Por qué la experiencia personal es la única que importa
No se puede aprender a nadar leyendo un libro; hay que mojarse los pies y agitarse hasta que todas las partes del cuerpo estén sincronizadas. El mismo concepto se aplica al espíritu empresarial. No importa a cuántas conferencias asistas o cuántos libros leas, la única forma de tener éxito es lanzarse, fracasar y aplicar tus conocimientos la próxima vez.
La mayoría de los empresarios entienden muy bien este sentimiento. De hecho, la Harvard Business School descubrió que sólo el 18% de los emprendedores primerizos tienen éxito. Aunque son muchos los factores que contribuyen al éxito o al fracaso de una empresa, Statistic Brain ha descubierto que muchos de ellos se deben a la falta de conocimientos.
Con mi primera empresa, cometí todos los errores posibles. Incluso evité estos escollos en mi segunda empresa, y aun así no funcionó. Hasta mi tercer intento no conseguí el equilibrio adecuado con una idea, un equipo y un plan ganadores.
A través de estas pruebas y errores, descubrí cinco habilidades empresariales cruciales que sólo se pueden adquirir a través de la experiencia personal:
1. Persuasión
Detrás de todo empresario de éxito hay un vendedor nato. Desde el primer día, tendrás que vender tu idea a los inversores, la prensa, los primeros empleados y los socios. Pero no lo confundas con el estereotipo de representante de ventas; tienes que ser auténtico, creíble y estar bien informado, además de ser un gran narrador, para ganarte a ese público. La buena noticia es que se trata de un talento que se puede cultivar.
2. Tenacidad
Con un equipo de ilusionados detrás de ti, es emocionante liderar tu equipo al principio. Pero una vez que la realidad se impone -el flujo de caja disminuye o la tracción del mercado disminuye- las cosas pueden cambiar rápidamente. No todo el mundo se compromete a largo plazo.
Motivar a los miembros de tu equipo para que perseveren es una de tus principales responsabilidades como fundador. Se necesita una actitud implacable para liderar con el ejemplo y atravesar los altibajos, los pivotes y las sacudidas de una startup temprana. Ningún libro puede captar perfectamente el miedo y la desesperación a los que se enfrenta un fundador cuando su joven empresa puede no sobrevivir. Sólo una vez que hayas experimentado los momentos más bajos, podrás encontrar la fuerza para dirigirte a ti mismo y a tu equipo a través de un territorio inexplorado con confianza.
3. Delegación
Tener la capacidad de delegar no significa que se puedan pasar tareas indeseables. Para ser un gran delegador, tienes que reconocer tus propios puntos ciegos y encontrar a las personas adecuadas para llenar los vacíos. Si reconoces tus puntos fuertes y débiles, podrás contratar a personas que complementen tus habilidades para formar un equipo completo.
Una vez que domines una de las primeras tareas del negocio, ya sea la venta, el marketing o la ingeniería, sustitúyela. Alguien con más experiencia puede aportar una nueva perspectiva, y ceder las riendas te permite centrarte en objetivos mayores.
4. La capacidad de aceptar las críticas
A nadie le gusta escuchar comentarios negativos, pero los grandes empresarios los buscan activamente. Si aceptas las opiniones de los demás, puedes alimentar y hacer crecer una idea imperfecta hasta convertirla en algo innovador. Busca comentarios sinceros y presta atención si varias personas señalan el mismo problema o preocupación.
La primera versión de mi negocio actual era fea y básica. Eso me empujó a salir a hablar con los clientes potenciales con una baraja de ventas que refinaba después de cada reunión. Estar abierto a las críticas condujo a mi equipo al producto, al cliente y al plan de mercado adecuados.
5. Un enfoque en el aprendizaje continuo
Muchas startups fracasan porque se aferran a una creencia central sin ponerla a prueba. Pero sin un aprendizaje y un perfeccionamiento continuos, no llegarás a una idea que deleite a tu público.
Cuando mi primera startup fracasó porque mis socios y yo no medimos el riesgo, aprendimos de primera mano lo doloroso que es invertir un par de años en una idea no probada. Nos aseguramos de poner a prueba nuestras ideas la segunda vez y juramos no volver a cometer ese error.
Al crear una empresa, debes buscar constantemente nuevas formas de ampliar tu base de conocimientos. Aprender a programar te enseñará a pensar; escribir ensayos puede ayudarte a organizar mejor tus pensamientos. Si te adentras en un arte escénico como la actuación, la música o la comedia, te convertirás en un mejor presentador.
A pesar de mi lista de errores, no cambiaría nada. Si no me hubiera esforzado, si no hubiera aprendido valiosas lecciones por las malas y si no hubiera ajustado mis técnicas, nunca habría llegado a donde estoy hoy. Enfréntate a cada encrucijada como una oportunidad para aprender y mejorar: con el tiempo, encontrarás el punto óptimo para el éxito empresarial.